Alcázar de San Juan: Cuna Cervantina
Es de bien nacido ser agradecido y por eso quiero agradecer a la directora de este espacio que me haya cedido esta entrada tan especial en un día tan significativo y en un blog tan diverso pero docto, tan variado y maestro sobre temas literarios, históricos, etc. Gracias.
Quizá haya alguien leyendo un libro en este momento, quizá haya un escritor componiendo una obra en este instante, quizá una persona charla sobre Literatura ahora mismo, quizá… De una manera u otra hoy, 23 de abril, todos estamos celebrando el Día del Libro y por eso, especialmente hoy, quiero celebrar este día tan especial recordando al que puede ser considerado escritor de escritores: Miguel de Cervantes Saavedra. Podría estar escribiendo ahora mismo sobre las maravillosas obras de este inefable autor, que no serían palabras más sabias de las que puede hacer gente más experta que yo. No, mi intención hoy es contaros una pequeña pero gran historia acerca de la cuna de Miguel de Cervantes Saavedra.
Alcázar de San Juan es una ciudad situada en La Mancha, en la llanura castellana por donde cabalgó aquel hidalgo hecho caballero con la incansable compañía de su escudero. Alcázar estaba situada en el mapa de aquellos tiempos por ser capital del Priorato de San Juan y después por ser nudo ferroviario desde los años decimonónicos. Sin embargo, los alcazareños la sitúan en el mapa indiscutiblemente por ser la verdadera cuna de aquel escritor, de Miguel de Cervantes Saavedra. No duden en preguntarle, si tienen la ocasión, a un alcazareño dónde nació Cervantes, pues, con una endereza quijotesca les dirá: “Cervantes nació en mi pueblo”.
El “Cervantes nació en mi pueblo” viene refrendado por una partida bautismal encontrada en la Parroquia de Santa María la Mayor que reza lo siguiente:
“En nuebe días del mes de nobiembre de mil quinientos cincuenta y ocho baptizó el Rd. Señor Alº Díaz Pajares un hijo de Blas de Cervantes Sabedra y de Catalina López que le puso nombre Miguel, fue su padrino de pila (ilegible) de Ortega, acompañados Juan de Quirós y Francisco Almendros y sus mujeres de los dichos”.
Partida bautismal de Alcázar de San Juan |
La defensa de esta afirmación se convalida también de las palabras escritas en el margen de la partida bautismal escritas por don Blas Nasarre y Férriz, descubridor de la partida en 1748, que dicen: “Este es el autor de la Historia de Don Quixote”. Don Blas Nasarre fue un académico de la Real Academia Española y director de la Biblioteca Nacional desde 1735 hasta su muerte en 1751, además de ser catedrático de Derecho de la Universidad de Zaragoza y trabajar en la Corte de Felipe V. Gran parte de su vida la dedicó a estudiar a Cervantes y sus obras, como han hecho muchos alcazareños para intentar demostrar al mundo que “Cervantes nació en mi pueblo”.
Uno de estos quijotes cervantistas es Manuel Rubio Herguido quien, en 1978 publicó junto con el Centro de Estudios Alcazareños su “Desagravio a Miguel de Cervantes Saavedra”, en el que daba a conocer la anécdota de Blas Nasarre y cómo desde 1681 el pasante del abogado Quintanar decía siempre que la casa de la Rubia del Rosquero era la casa de Cervantes, cómo no, en Alcázar de San Juan. Sin embargo, han sido muchos los que han tachado nuestra partida bautismal de una burda copia de la alcalaína pero, ¿cómo va a ser una copia, si se descubrió antes de enlazar a Cervantes con Alcalá de Henares? Las primeras sospechas de un Cervantes madrileño surgieron a través de la obra de Fray Diego de Haedo Topographia e Historia general de Argel en la que habla de un Miguel de Cervantes que era caballero de Alcalá y esto hizo que Agustín Montiano y Luyando descubriera una partida en Alcalá de Henares en 1753. Es Alcalá de Henares la que se disputa ser cuna de Cervantes contra Alcázar de San Juan.
Partida bautismal de Alcalá de Henares |
A esta cuestión también se dedicó el alcazareño Francisco Saludador Merino, quien publicó sus resultados en el cuarto número de la revista “Noria” de los Cuadernos de Temas Alcazareños en 1965. En ella escribe que el propio Blas Nasarre acudió expresamente a Alcázar de San Juan por averiguar si era cierto lo que Fray Alonso Cano defendía o por comprobar si eran ciertas sus sospechas de que la cuna de Cervantes se hallaba en plena llanura manchega.
Por supuesto, sobre esta cuestión se pronunció el mismísimo Menéndez Pelayo reconociendo que en la partida alcalaína se leía “Carvantes” y no Cervantes, un apellido que se repite en la partida de rescate y documentos de su hermana. ¿Un simple error del sacerdote? Además, sólo una de las dos partidas tiene escrito el segundo apellido, del cual Cervantes hacía uso: Saavedra. Los defensores de la partida madrileña dicen que era normal en la época cambiar los apellidos pero, en realidad, no lo era, ya que desde 1547 esta práctica quedó prohibida al dificultar la genealogía de los individuos.
La edad del Cervantes alcazareño también ha sido motivo para descalificar la validez de esta partida, como afirmó Astrana Marín diciendo que no podía ser un aceptable poeta antes de los diez años, los que tenía el Cervantes alcazareño en 1568, pero en su obra Viaje al Parnaso, Cervantes escribe que “desde mis tiernos años amé el arte dulce de la agradable Poesía”. A ello también se refiere Juan López de Hoyos, encargado de componer los versos que se pondrían en la iglesia de las Descalzas Reales en Madrid a raíz de la muerte de la Reina Isabel de Valois, muerta el 3 de octubre de 1568, pues dice que Miguel de Cervantes es uno de sus más aventajados discípulos. La palabra discípulo hace referencia a una persona de una edad joven y no adulta para la época como eran los veintiún años del alcalaíno. El Cervantes de Alcázar tendría la edad de diez años, una edad que encaja con la palabra discípulo y con la siguiente parte de esta historia.
¿Dónde estaba el Miguel de Cervantes de Alcalá en octubre de 1568? En Italia, no en Madrid. Éste sirvió diez años en varios puntos como soldado del Rey, como declaró su propio padre el 17 de marzo de 1578. Si añadimos los preparativos del viaje y la duración de estos, no podía estar en Madrid cuando la Reina falleció.
En su dedicatoria dirigida al Cardenal Ascanio Colonna y escrita en La Galatea, Cervantes pone que “Las cosas que, como en profecía, oí muchas veces decir a Vuestra Señoría Ilustrísma al Cardenal Acquaviva siendo yo su camarero en Roma” y otra vez la palabra “camarero” nos hace pensar en su edad: los camareros o pajes entraban con doce años aproximadamente y se les enseñaba armas o letras. Sin embargo, hay más. El Cardenal Acquaviva llegó a Madrid para expresar sus condolencias al Rey por la muerte de su esposa el 13 de octubre de 1568 y estuvo presente en las celebraciones del 24 de octubre en la anterior iglesia citada, por lo que es posible que quedara fascinado de los versos de Miguel de Cervantes, el discípulo aventajado, y se lo llevase a Roma, una teoría que defiende el biógrafo de Cervantes Pellicer y que fue ampliada por Navarrete. Maínez y Pérez Pastor también se apuntan a esta idea.
La Batalla de Lepanto también levanta sospechas sobre estos dos hombres, el Cervantes alcazareño y el alcalaíno. Miguel de Cervantes se encontraba en Roma con el nombrado Cardenal Acquaviva en 1570 y un año después se agregó a las filas de Marcantonio Colonna, general de las fuerzas pontificias de la Santa Liga. Aquel joven camarero ya es un paje de armas y de ello presume en las Novelas Ejemplares, de militar bajo las órdenes de don Juan de Austria, que era el máximo responsable de las escuadras pontificias, veneciana y española. Por su parte, existe una limpieza de sangre de un Cervantes fechada en Roma en diciembre de 1569 pero un testigo afirma, en 1578, que ese Cervantes sirvió en la Compañía de Urbina un año antes de esta batalla, es decir, en 1570 y, si recordáis, ya dijimos que Cervantes fue soldado a partir de 1568, por lo que hay un vacío es información en ese año. Entonces, ¿contra quién iba dirigida la orden de arresto de septiembre de 1569? ¿Contra un Cervantes que se encontraba con el futuro Cardenal Acquaviva o contra otro Cervantes que ya era soldado?
Miguel de Cervantes Saavedra escribió en Novelas Ejemplares que tenía cincuenta y cinco años y que ganaba por nueve más y por la mano. Esta obra se publicó en 1613, por lo que, si hacemos cálculos y asumimos que tenía 55 años, debió nacer en 1558, justo la fecha de la partida alcazareña. Justo concuerda con la biografía del más joven de los dos. En cambio, el Cervantes de Alcalá tendría para 1613 la friolera de 66 años, algo que no explican sus defensores de una forma rotunda: dicen que tenía cincuenta y cinco años y que ganaba nueve, por lo que tenía 64, una edad más aproximada pero todavía faltan dos años. El camino más rápido para explicar esto es que Cervantes escribiera el prólogo de esta obra dos años antes de publicarse y olvidan que el prólogo se revisa al imprimir la obra, por lo que está escrito ese mismo año. Simplemente, Cervantes está diciendo que gana nueve años porque aparenta más edad de la que en realidad tiene, debido a sus años de cautiverio.
No ponemos en duda la existencia del Cervantes alcalaíno y del alcazareño pero las fechas encajan mejor con el más joven de ellos, con el Miguel de Cervantes Saavedra de Alcázar de San Juan.
María Cristina Sánchez-Mateos Romero
Algunas partes de este artículo me hacen pensar en "La vida de Brian". http://www.youtube.com/watch?v=zaqZ4GdlJ0U
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