La España del siglo XIX vista por un alemán
Este artículo pretende analizar de manera crítica la perspectiva general sobre la historia social contemporánea de España que ha propuesto recientemente el hispanista alemán Walther Bernecker en su obra España entre tradición y modernidad. Para no extendernos demasiado, no trataremos aquí todo el libro, sino que centraremos nuestra atención especialmente en el periodo que abarca desde 1800 hasta la década de los veinte del siglo pasado.
Aunque para los interesados en la Historia lo más habitual es recurrir a libros con un enfoque político y económico, muy pocas veces se recomienda oficialmente la lectura de lo que se denomina historia social, por lo que ésta se hace sobre todo desde el interés personal. En esta obra, Bernecker realiza una síntesis bibliográfica de numerosos autores que han estudiado la historia de España en los siglo XIX y XX, recogiendo varias tesis que en algunos casos coinciden y en otros, difieren, pero que en su conjunto aportan una visión general en la que el lector puede sentirse inclinado por un punto de vista u otro. No obstante, muchas veces se echa en falta una interpretación propia del autor, que se limita a citar las de otros estudiosos. Al tratarse de un manual, no se acude a fuentes directas, sino que, efectivamente, sólo se presentan fuentes secundarias de las que Bernecker extrae los datos. Asimismo y para enriquecer el contenido de la obra, también se recurre a otras disciplinas y sus interpretaciones, como por ejemplo en el caso del uso de la sociología para explicar la importancia del anarquismo en España. La variedad interpretativa no sólo mejora la explicación aportando diferentes posturas, sino que también demuestra que no existe una sola interpretación, pero que hay algunas más y mejor argumentadas que otras.
A pesar de su pesimismo, la obra de Bernecker puede servir como obra divulgativa para personas que, aun interesadas en la historia, no se dediquen a ella, siendo quizá las partes menos ligeras aquellas con afluencia de nombres y números, como las de economía. En cambio, quizá dos de los mejores capítulos sean los dos centrales: “La era isabelina” y “Revolución y Restauración”, por lo interesantes que resultan de manera personal y por la síntesis del estudio de la evolución del proletariado, desde su aglutinamiento en zonas industriales hasta su posterior organización en el movimiento obrero.
Igualmente –y teniendo en cuenta que no todo fueron realmente “fracasos”-, la parte del “fracaso de la revolución industrial” es fundamental para entender la situación económica de España durante un amplio periodo de tiempo, ya que las consecuencias de esa situación se dejarían ver incluso hasta hoy en día. También Fusi y Palafox (1998), desde su postura defensora de la igualdad de condiciones entre España y el resto de Europa con respecto a fracasos y avances, mencionan las deficiencias económicas del país, siempre de manera menos catastrófica. La situación actual de los nacionalismos también se comprende mejor al conocer su origen, explicada en el mismo capítulo cuarto.
Las reminiscencias de todos esos factores que han llegado a la actualidad permiten valorar su trascendencia e incitan a conocer el porqué y el cuándo de sus orígenes, tanto del Partido Socialista Obrero Español y la Guardia Civil, como de la importancia económica del País Vasco y Cataluña y sus respectivos nacionalismos. Del mismo modo, el hecho de que la Iglesia tuviera en sus manos la mayor parte de la institución educativa sirve para explicar, según los sociólogos, tanto el retraso en la universalización definitiva de la educación como la existencia de dos sistemas paralelos financiados por el Estado, el público y el concertado. Al ser ambos aspectos los que condicionarían el panorama actual de la educación española, se puede confirmar lo que antes apuntábamos, que gran parte del día de hoy puede entenderse mucho mejor tras leer la obra de Bernecker.
Con una prosa ágil y una buena utilización de los conceptos, el autor alemán ofrece una clara y, en mi opinión, completa explicación de todos los aspectos de la historia española desde 1800 hasta 1917 desde un punto de vista eminentemente social. De este modo, su narración es fundamental para comprender la mentalidad española de este periodo, desde las élites hasta el campesinado anarquista andaluz. Al realizar este tipo de historia, Bernecker debe dejar, forzosamente, de lado otras cuestiones que sí aparecen en obras esencialmente políticas donde se puede encontrar un desarrollo detallado de temas como la Guerra de la Independencia o de la Guerra de Cuba, incluyendo incluso mapas explicativos. No obstante, esto no debería considerarse como una limitación debido a la orientación más socioeconómica de la obra.
Con todo, Bernecker defiende un siglo XIX (y comienzos del XX) español caracterizado políticamente por el cambio de gobierno entre liberales moderados –a la derecha, partidarios del orden- y progresistas –a la izquierda, de voluntad menos conservadora-, primero de manera arbitraria y después de forma consensuada, con el turno de partidos de la Restauración, dentro de lo que hay que destacar la influencia política de los militares en España. La inestabilidad de la política durante todo este periodo defendida por Bernecker también queda patente por las distintas escisiones de partidos –sobre todo en la segunda mitad y a finales de siglo- y por el hecho de que prácticamente cada etapa con un diferente planteamiento político contó con una Constitución. De este modo, lo que un grupo había implantado en un momento según su ideario, era derogado posteriormente, imponiéndose otro tipo de ideas que sufrirían el mismo destino*. Así, mientras que los progresistas defendían la idea de soberanía nacional, los moderados la sustituían por la soberanía compartida. Sin embargo, además de momentos de inestabilidad, también existieron otros de más estabilidad, como fue en el caso de la Restauración. La base social de estos mismos dirigentes políticos fue la misma élite, surgida de la unión entre alta burguesía y aristocracia, como un punto intermedio de la transición entre el feudalismo y capitalismo en el que la clase dominante de cada sistema se uniera con la otra para fortalecerse, debido a que, según las ideas plasmadas en la obra de Bernecker, España no era un país feudal, pero tampoco netamente capitalista.
Sin embargo, cuando el autor manifiesta sus propias interpretaciones acerca de los procesos, éstas son en ocasiones demasiado pesimistas y quizá a veces, como en el caso de considerar al Sexenio democrático un "fracaso" desde sus inicios, hasta sesgadas. Así, el historiador alemán –casi como había hecho la leyenda negra desde el siglo XVI- contribuye a difundir una imagen ruinosa y desfavorable de España. En la narración de la historia de los avances y retrocesos españoles en el siglo XIX, Bernecker elabora prácticamente la “crónica de una muerte anunciada”, por citar el título del novelista Gabriel García Márquez.
La interpretación del autor alemán acerca de los fracasos revolucionarios españoles (burgués, industrial, agrario y obrero) es una de las cuales Fusi y Palafox (1998) quieren superar en su obra, asegurando que factores como una deficiente industrialización no son sólo característicos de España. Ellos intentan, por el contrario, luchar contra esta visión tan pesimista, encuadrando a España en la misma situación que sus vecinos europeos y asegurando que sus fracasos y adelantos decimonónicos no fueron excepcionales, sino que se dieron también en aquéllos, como afirman en el mismo prólogo de su obra. Con todo, aunque señalan su intención de apartarse de una la visión de la “excepcionalidad española”, en algunos momentos coinciden el fracaso de ciertas experiencias revolucionarias en España, como en el caso del Trienio Liberal. El fracaso no fue tal en tanto en cuanto en muchos de esos periodos se acometieron reformas que no pasaron desapercibidas y, lo que es más importante, supusieron cambios fundamentales en la dinámica española que se venía produciendo. No sería por tanto justo considerar, por ejemplo, el Sexenio Democrático como una decepción en toda regla, ya que significó un importante salto cualitativo en nuestro país, con proyectos de reformas judiciales, administrativas y educativas que marcaron un antes y un después y pusieron la base para el Estado social y de derecho posterior. Con esto, hay que situar los orígenes de la modernización española, completada en el siglo XX, en el periodo decimonónico, cuando comenzaron a surgir esos elementos de cambio que Bernecker considera casi en su totalidad “fracasos”. Así, aunque acierta al señalar ciertas debilidades estructurales existentes, se deja llevar por el pesimismo que hasta hace poco había inundado a la mayoría de los contemporaneístas que escribían sobre la Historia de España.
La lectura de este libro es recomendable por las razones señaladas, especialmente por su enfoque social, sin embargo, el lector debe tener en cuenta el marcado pesimismo de muchas valoraciones para impedir que éstas empañen una visión más nítida y objetiva de la historia de España en este periodo.
* Los numerosos cambios de gobierno en la España decimonónica conllevaron también una profusión de Constituciones enmarcadas en una evolución basada en la implantación de medidas transformadoras por los progresistas y en su posterior supresión o modificación por los conservadores; y viceversa, en la adopción de políticas conservadoras por estos últimos y su liquidación después por los primeros.
Aunque para los interesados en la Historia lo más habitual es recurrir a libros con un enfoque político y económico, muy pocas veces se recomienda oficialmente la lectura de lo que se denomina historia social, por lo que ésta se hace sobre todo desde el interés personal. En esta obra, Bernecker realiza una síntesis bibliográfica de numerosos autores que han estudiado la historia de España en los siglo XIX y XX, recogiendo varias tesis que en algunos casos coinciden y en otros, difieren, pero que en su conjunto aportan una visión general en la que el lector puede sentirse inclinado por un punto de vista u otro. No obstante, muchas veces se echa en falta una interpretación propia del autor, que se limita a citar las de otros estudiosos. Al tratarse de un manual, no se acude a fuentes directas, sino que, efectivamente, sólo se presentan fuentes secundarias de las que Bernecker extrae los datos. Asimismo y para enriquecer el contenido de la obra, también se recurre a otras disciplinas y sus interpretaciones, como por ejemplo en el caso del uso de la sociología para explicar la importancia del anarquismo en España. La variedad interpretativa no sólo mejora la explicación aportando diferentes posturas, sino que también demuestra que no existe una sola interpretación, pero que hay algunas más y mejor argumentadas que otras.
A pesar de su pesimismo, la obra de Bernecker puede servir como obra divulgativa para personas que, aun interesadas en la historia, no se dediquen a ella, siendo quizá las partes menos ligeras aquellas con afluencia de nombres y números, como las de economía. En cambio, quizá dos de los mejores capítulos sean los dos centrales: “La era isabelina” y “Revolución y Restauración”, por lo interesantes que resultan de manera personal y por la síntesis del estudio de la evolución del proletariado, desde su aglutinamiento en zonas industriales hasta su posterior organización en el movimiento obrero.
Igualmente –y teniendo en cuenta que no todo fueron realmente “fracasos”-, la parte del “fracaso de la revolución industrial” es fundamental para entender la situación económica de España durante un amplio periodo de tiempo, ya que las consecuencias de esa situación se dejarían ver incluso hasta hoy en día. También Fusi y Palafox (1998), desde su postura defensora de la igualdad de condiciones entre España y el resto de Europa con respecto a fracasos y avances, mencionan las deficiencias económicas del país, siempre de manera menos catastrófica. La situación actual de los nacionalismos también se comprende mejor al conocer su origen, explicada en el mismo capítulo cuarto.
Las reminiscencias de todos esos factores que han llegado a la actualidad permiten valorar su trascendencia e incitan a conocer el porqué y el cuándo de sus orígenes, tanto del Partido Socialista Obrero Español y la Guardia Civil, como de la importancia económica del País Vasco y Cataluña y sus respectivos nacionalismos. Del mismo modo, el hecho de que la Iglesia tuviera en sus manos la mayor parte de la institución educativa sirve para explicar, según los sociólogos, tanto el retraso en la universalización definitiva de la educación como la existencia de dos sistemas paralelos financiados por el Estado, el público y el concertado. Al ser ambos aspectos los que condicionarían el panorama actual de la educación española, se puede confirmar lo que antes apuntábamos, que gran parte del día de hoy puede entenderse mucho mejor tras leer la obra de Bernecker.
Con una prosa ágil y una buena utilización de los conceptos, el autor alemán ofrece una clara y, en mi opinión, completa explicación de todos los aspectos de la historia española desde 1800 hasta 1917 desde un punto de vista eminentemente social. De este modo, su narración es fundamental para comprender la mentalidad española de este periodo, desde las élites hasta el campesinado anarquista andaluz. Al realizar este tipo de historia, Bernecker debe dejar, forzosamente, de lado otras cuestiones que sí aparecen en obras esencialmente políticas donde se puede encontrar un desarrollo detallado de temas como la Guerra de la Independencia o de la Guerra de Cuba, incluyendo incluso mapas explicativos. No obstante, esto no debería considerarse como una limitación debido a la orientación más socioeconómica de la obra.
Con todo, Bernecker defiende un siglo XIX (y comienzos del XX) español caracterizado políticamente por el cambio de gobierno entre liberales moderados –a la derecha, partidarios del orden- y progresistas –a la izquierda, de voluntad menos conservadora-, primero de manera arbitraria y después de forma consensuada, con el turno de partidos de la Restauración, dentro de lo que hay que destacar la influencia política de los militares en España. La inestabilidad de la política durante todo este periodo defendida por Bernecker también queda patente por las distintas escisiones de partidos –sobre todo en la segunda mitad y a finales de siglo- y por el hecho de que prácticamente cada etapa con un diferente planteamiento político contó con una Constitución. De este modo, lo que un grupo había implantado en un momento según su ideario, era derogado posteriormente, imponiéndose otro tipo de ideas que sufrirían el mismo destino*. Así, mientras que los progresistas defendían la idea de soberanía nacional, los moderados la sustituían por la soberanía compartida. Sin embargo, además de momentos de inestabilidad, también existieron otros de más estabilidad, como fue en el caso de la Restauración. La base social de estos mismos dirigentes políticos fue la misma élite, surgida de la unión entre alta burguesía y aristocracia, como un punto intermedio de la transición entre el feudalismo y capitalismo en el que la clase dominante de cada sistema se uniera con la otra para fortalecerse, debido a que, según las ideas plasmadas en la obra de Bernecker, España no era un país feudal, pero tampoco netamente capitalista.
Sin embargo, cuando el autor manifiesta sus propias interpretaciones acerca de los procesos, éstas son en ocasiones demasiado pesimistas y quizá a veces, como en el caso de considerar al Sexenio democrático un "fracaso" desde sus inicios, hasta sesgadas. Así, el historiador alemán –casi como había hecho la leyenda negra desde el siglo XVI- contribuye a difundir una imagen ruinosa y desfavorable de España. En la narración de la historia de los avances y retrocesos españoles en el siglo XIX, Bernecker elabora prácticamente la “crónica de una muerte anunciada”, por citar el título del novelista Gabriel García Márquez.
La interpretación del autor alemán acerca de los fracasos revolucionarios españoles (burgués, industrial, agrario y obrero) es una de las cuales Fusi y Palafox (1998) quieren superar en su obra, asegurando que factores como una deficiente industrialización no son sólo característicos de España. Ellos intentan, por el contrario, luchar contra esta visión tan pesimista, encuadrando a España en la misma situación que sus vecinos europeos y asegurando que sus fracasos y adelantos decimonónicos no fueron excepcionales, sino que se dieron también en aquéllos, como afirman en el mismo prólogo de su obra. Con todo, aunque señalan su intención de apartarse de una la visión de la “excepcionalidad española”, en algunos momentos coinciden el fracaso de ciertas experiencias revolucionarias en España, como en el caso del Trienio Liberal. El fracaso no fue tal en tanto en cuanto en muchos de esos periodos se acometieron reformas que no pasaron desapercibidas y, lo que es más importante, supusieron cambios fundamentales en la dinámica española que se venía produciendo. No sería por tanto justo considerar, por ejemplo, el Sexenio Democrático como una decepción en toda regla, ya que significó un importante salto cualitativo en nuestro país, con proyectos de reformas judiciales, administrativas y educativas que marcaron un antes y un después y pusieron la base para el Estado social y de derecho posterior. Con esto, hay que situar los orígenes de la modernización española, completada en el siglo XX, en el periodo decimonónico, cuando comenzaron a surgir esos elementos de cambio que Bernecker considera casi en su totalidad “fracasos”. Así, aunque acierta al señalar ciertas debilidades estructurales existentes, se deja llevar por el pesimismo que hasta hace poco había inundado a la mayoría de los contemporaneístas que escribían sobre la Historia de España.
La lectura de este libro es recomendable por las razones señaladas, especialmente por su enfoque social, sin embargo, el lector debe tener en cuenta el marcado pesimismo de muchas valoraciones para impedir que éstas empañen una visión más nítida y objetiva de la historia de España en este periodo.
* Los numerosos cambios de gobierno en la España decimonónica conllevaron también una profusión de Constituciones enmarcadas en una evolución basada en la implantación de medidas transformadoras por los progresistas y en su posterior supresión o modificación por los conservadores; y viceversa, en la adopción de políticas conservadoras por estos últimos y su liquidación después por los primeros.
Berncker, Walther, España entre tradición y modernidad, Madrid: Siglo XXI España, 2009.
Fusi,
Juan Pablo, Palafox, Jordi, España: 1808-1996. El desafío de la modernidad, Madrid: Espasa, 1998.
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