Amancebados y tabernarios: críticas a los clérigos en la Edad Media
La relajación de costumbres entre los clérigos y parte de la aristocracia fue objeto de duras críticas a partir de la segunda mitad del siglo XII en la literatura de Europa occidental. En la centuria siguiente, los fabliaux y exempla presentaron satíricas denuncias contra el clero, especialmente el regular, caracterizado ya por su libertinaje y su avaricia. El desarrollo de esta literatura de crítica acerada contra los grupos religiosos, desde los curas parroquiales y los monjes hasta la corte papal, ha sido estudiado para el caso de Francia por varios autores, entre ellos Guglielmi, quien ha puesto especial énfasis en el Roman de Renart y los poemas goliardos. Al margen de estos comportamientos licenciosos, también debe resaltarse que los ínfimos niveles de cultura era habituales entre el bajo clero, situación que también se reflejaba en la literatura, como Andrachuck ha estudiado en la obra de Gonzalo de Berceo.
El anónimo Debate de Elena y María, compuesto en torno a 1280, que se enmarca en la tradición de las disputationes entre el caballero y el clérigo que se compusieron en Europa, como la Canción de Phylis y de Flora, donde se concluye, a partir de un diálogo sobre las preferencias femeninas, que el clérigo es “más apto para el amor”. Pese a lo que ocurría en ese poema, Menéndez Pidal y Deyermond consideraron que la resolución del Debate de Elena y María sería favorable al caballero, debido, entre otras razones, a la popular consideración crítica de la manceba del abad. En este sentido, otros autores han apuntado que con el paso del tiempo y el avance hacia la Baja Edad Media, el laico iría superponiéndose al religioso, quien recibiría críticas cada vez más feroces. En este sentido, se ponen en boca de Elena, la enamorada del caballero, las siguientes palabras referidas al clérigo:
Pero, en la defensa de su amado religioso, los argumentos de María parecen confirmar la vida licenciosa del mismo:
Como podemos observar, en el poema se detallan los vicios inmorales del abad, subrayando al mismo tiempo su holgura económica, mientras que, como un punto dialéctico contrapuesto, el caballero aparece representado como una figura honrada, pero con problemas económicos: "Como tray poco vestido / siempre ha fambre e frío".
Bibliografía recomendada:
Andrachuk, G. P., “Los clérigos ignorantes de Berceo”, en Deyermond, A. D. (coord.), Historia y crítica de la literatura española, 1. Edad Media, primer suplemento, Barcelona, 1991.
El anónimo Debate de Elena y María, compuesto en torno a 1280, que se enmarca en la tradición de las disputationes entre el caballero y el clérigo que se compusieron en Europa, como la Canción de Phylis y de Flora, donde se concluye, a partir de un diálogo sobre las preferencias femeninas, que el clérigo es “más apto para el amor”. Pese a lo que ocurría en ese poema, Menéndez Pidal y Deyermond consideraron que la resolución del Debate de Elena y María sería favorable al caballero, debido, entre otras razones, a la popular consideración crítica de la manceba del abad. En este sentido, otros autores han apuntado que con el paso del tiempo y el avance hacia la Baja Edad Media, el laico iría superponiéndose al religioso, quien recibiría críticas cada vez más feroces. En este sentido, se ponen en boca de Elena, la enamorada del caballero, las siguientes palabras referidas al clérigo:
La batalla faz con sus manos
cuando bautiza sus afijados;
comer e gastar
e dormir e folgar;
fijas de hommes bonos enartar,
casadas e por casar.
Ca él vive bien honrado
e sin todo cuidado;
ha comer e beber
e en buenos lechos yacer;
ha vestir e calzar
e bestias en que cabalgar.
Como podemos observar, en el poema se detallan los vicios inmorales del abad, subrayando al mismo tiempo su holgura económica, mientras que, como un punto dialéctico contrapuesto, el caballero aparece representado como una figura honrada, pero con problemas económicos: "Como tray poco vestido / siempre ha fambre e frío".
En definitiva, esta obra refleja el reconocimiento de una barraganía clerical prácticamente institucionalizada que evidencia la vida ciertamente disoluta de algunos clérigos, denunciados en sínodos y cortes por absentarse de sus ejercicios pastorales y por participar en fiestas y juegos. Además, esta literatura ha servido a varios autores para observar cierto antagonismo entre el caballero-noble y el intelectual-clérigo en la sociedad, conclusión que se extraería de los “Debates entre el caballero y el clérigo”, ya mencionados. Estos discursos, como señala Rodríguez Puértolas para el caso concreto del Debate de Elena y María, nos permitirían deducir que se trataba de coyuntura histórica en la que los hidalgos no se caracterizaban por una economía boyante y la Iglesia se encontraba en una situación de ventaja, en cuanto al prestigio y lo material.
Andrachuk, G. P., “Los clérigos ignorantes de Berceo”, en Deyermond, A. D. (coord.), Historia y crítica de la literatura española, 1. Edad Media, primer suplemento, Barcelona, 1991.
Deyermond, Alan D., Historia de la literatura española. 1. La Edad Media, Barcelona, 1994.
Guglielmi, N., Marginalidad en la Edad Media, Buenos Aires, 1998.
Menéndez-Peláez, J., “Menéndez Pelayo y la novela sentimental: la impronta del amor cortés”, en Gutiérrez Sebastián, R., Rodríguez Gutiérrez, B. (dirs.), Orígenes de la novela. Estudios, Santander, 2007.
Rodríguez Puértolas, J., Poesía de protesta en la Edad Media castellana, Madrid, 1968.
Id., Poesía crítica y satírica del siglo XV, Madrid, 1981.
Santiago-Otero, H., Fe y cultura en la Edad Media, Madrid, 1988.
Villaseñor Sebastián, F., Iconografía marginal en Castilla (1454-1492), Madrid, 2009.
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