Los antecedentes del genocidio armenio (parte II): el contexto multiétnico del Imperio otomano

En esta entrada continuamos con la cuestión del genocidio armenio, esta vez centrando nuestra atención en el contexto multiétnico del Imperio otomano. Las minorías que coexistían con la población turca mayoritaria vieron como su situación fue cambiando paulatinamente desde finales del siglo XIX, como ahora veremos.

Mujeres asirias de la provincia de Hakkari a comienzos del siglo XX

Sociopolíticamente, el Imperio otomano de principios del siglo XX se caracterizaba por una tradicional desigualdad. La población estaba dividida y se agrupaba según sus confesiones en estructuras étnico-religiosas denominadas millets. Desde mediados del siglo XVI, el poder correspondía a la élite musulmana debido a la creencia de la superioridad de los turcos musulmanes sobre el resto de la sociedad. Por otra parte, las comunidades de individuos no musulmanes conformaban la dhimmah –conjunto de súbditos “infieles” protegidos de un Estado musulmán, en este caso armenios, griegos ortodoxos, coptos, judíos, etc.-.

Distribución étnica de los Balcanes y Anatolia en 1911.

Aunque el Estado turco era aparentemente tolerante, los dhimmis estaban sujetos a una estructura social, política y jurídica distinta a la del resto de población. Eran continuamente discriminados, tenían menos derechos que los musulmanes, pagaban más impuestos que éstos y estaban excluidos del poder estatal. Uno de los derechos de los que carecían era el de portar armas, lo que les colocaba en una situación de indefensión frente a sus vecinos musulmanes. El sultán les otorgaba derechos para que se autogobernaran dentro de unos límites, a cambio de lo que debían ser fieles, obedecerle y pagar impuestos. Con todo, las comunidades cristianas habían vivido confortablemente en tanto en cuanto el Imperio Otomano gozaba de prosperidad, alcanzando incluso cierto florecimiento económico, situación que no fue acompañada por una mejora de sus derechos civiles.

La corrupción interna del Imperio y las deudas contraídas con países europeos profundizaron la desconfianza, el recelo y la intolerancia hacia las minorías cristianas, lo que se acentuó con las pérdidas territoriales en Europa, que aumentaron a la vez la inseguridad de estas minorías. La animosidad contra las minorías cristianas se incrementó desde mediados del siglo XIX, con movimientos como el Renacimiento armenio, y especialmente al final de la centuria, cuando los cristianos del Imperio Otomano exigían no ser tratados como ciudadanos inferiores con derechos limitados y garantías suspendidas. Solicitaban a las autoridades un corte definitivo a las constantes violaciones sufridas a la propiedad privada y a los ataques sobre su población. Sin embargo, las peticiones de reformas, apoyadas por las potencias europeas, fueron percibidas como una amenaza separatista 

Los Jóvenes Turcos aplicaron algunas reformas en la línea del “otomanismo” para promover la igualdad individual unificar el Imperio culturalmente –aunque anteriormente los sultanes ya habían intentado establecer medidas parecidas en el Tanzimat o Reordenamiento-. Sin embargo, estas propuestas fueron mal recibidas por los sectores musulmanes más xenófobos, ya que consideraban que esto afectaría a los principios religiosos y a los privilegios de la sociedad musulmana. Por estas razones, la llegada de los Jóvenes Turcos con la puesta en marcha de reformas con respecto a los cristianos despertó sensaciones positivas. El CUP prometía un parlamento con participación de todas las minorías del Imperio. Sin embargo, el giro al nacionalismo se acentuó por la evolución ideológica y debido a las pérdidas territoriales. En cuanto al plano ideológico, tuvo especial importancia el Congreso del CUP en Salónica (1911), en el que se remarcaron las posturas nacionalistas y se establecieron las líneas de actuación turca con respecto a las minorías, acordándose la depuración racial. Las resoluciones del congreso fueron publicadas en panfletos para su distribución entre el ejército y la policía con el objetivo de profundizar el odio de la sociedad hacia las nacionalidades no turcas que suponían, según ellos, un peligro para la nación. Ohanian recoge algunas de las resoluciones tomadas en las reuniones: 
§ El gobierno será centralista, fundado sobre el predominio y dominación exclusiva del elemento turco, llevado hasta sus últimas consecuencias. El imperio se cimentará sobre una base islámica pura.
§ Musulmanes: elevemos nuestra voz, y con la bayoneta en la mano derecha, el fusil en la izquierda, las balas en la cartuchera y el nombre de Dios en los labios, proclamemos con fe luminosa en nuestros corazones, las exigencias siguientes: Un gobierno otomano para los otomanos musulmanes. Egipto para los egipcios musulmanes. Persia para los persas musulmanes. Turquestán para los turquestanos musulmanes. Cáucaso para los caucasianos musulmanes.
§ Debemos, ante todo, exterminar a nuestros numerosos y peligrosos enemigos que están dentro del territorio: sólo entonces podremos arreglar cuentas con los vecinos.
Al utilizar una retórica tan agresiva dirigida contra las minorías, este creciente nacionalismo afectó directamente al resto de etnias del Imperio Otomano y aumentó las tensiones políticas y religiosas.

Las acciones de los Jóvenes Turcos se enmarcaron en un plan de homogeneización religiosa del país, basado desde el punto de vista social en la ‘turquificación’ de quienes eran musulmanes y la ‘limpieza’ de aquellos que no lo eran. Por ejemplo, desde 1910 se fue sustituyendo la toponimia que no era turca por denominaciones que sí lo eran, un proceso que continuó durante la República de Turquía.

Desde estas nuevas posiciones, los Jóvenes Turcos consideraban que las acciones contra las minorías desarrolladas por Abdulhamid habían sido ineficaces por no comportar el exterminio total de éstas y permitir el mantenimiento de la heterogeneidad étnica en el Imperio. Sin embargo, su objetivo era solventar estas situaciones mediante el expolio de sus propiedades y el aniquilamiento colectivo.

Las políticas de reasentamiento

Otro aspecto a tener en cuenta es la llegada al Imperio Otomano de miles de refugiados musulmanes procedentes de los Balcanes en las primeras décadas del siglo XX. Éstos relataban horribles historias sobre ataques de cristianos, expandiéndose la desconfianza entre la población musulmana. La tensión existente entre los distintos grupos religiosos del Imperio además se veía avivada también desde el poder, evidenciándose en la retórica de líderes como İsmail Enver. 

Estos refugiados no sólo contribuyeron a agudizar el recelo frente a los cristianos, sino que también supusieron un problema demográfico. 

El gobierno de los Jóvenes Turcos respondió a esta llegada de población planteando una política de redistribución. Para ello, los organismos estatales desarrollaron intensas medidas de control de la población mediante las cuales prepararon importantes bases de datos socioeconómicos correspondientes a grupos cristianos. Estas informaciones fueron fundamentales para el exterminio de estos grupos y para el asentamiento de musulmanes en los lugares que aquéllos habían ocupado. 

Los refugiados musulmanes no podían asentarse donde desearan, sino que debían hacerlo bajo las órdenes y criterios del gobierno, ya que el objetivo de las políticas de asentamiento de musulmanes en determinadas zonas era la asimilación de éstos, es decir, su ‘turquificación’. Entre las medidas de reasentamiento podemos citar como ejemplo la tomada para la comunidad kurda, que consistió en la separación los miembros del grupo para que, paulatinamente sus tradiciones fueran debilitándose. Así, los líderes fueron enviados a las ciudades y el resto de kurdos, dispersados por distintos pueblos. 

En resumen, podemos distinguir cinco motivaciones de la redistribución de la población no turca llevadas a cabo por las autoridades: 
  • La amenaza que suponían los grupos cristianos: los griegos del Egeo, los sirio-cristianos y los armenios, en cuyo lugar, tras su deportación y/o exterminio, se instaló a musulmanes. 
  • Razones militares: por problemas bélicos. 
  • Preocupaciones políticas: contra grupos opositores o comunidades étnicas que pudieran rebelarse. 
  • Asentamiento de refugiados musulmanes: la mayoría en los hogares vacíos de armenios y griegos. 
  • Deportaciones llevadas a cabo por autoridades locales y no notificadas al gobierno central: por ejemplo, deportaciones de judíos rusos, prohibidas sin consentimiento expreso del CUP.

Gokalp y el sustento ideológico de la acción contra las minorías

Zia Gokalp fue uno de los intelectuales más influyentes del Comité de Unión y Progreso y el gran ideólogo del turquismo. Él mismo participó en el congreso de Salónica, donde se decidió la suerte de los cristianos, y estaba en el poder cuando se llevaron a cabo las acciones genocidas. Para Gokalp la Nación no se correspondía con una comunidad racial o étnica, geográfica o política, sino que debía corresponder a un conjunto de individuos que compartieran un lenguaje, una religión, una moral, una estética y una educación cultural comunes. El territorio turco, en línea con el turanismo o panturquismo, llegaría, según él, hasta el Turán, en Asia Central. 

Gokalp invitaba a “turquizar, islamizar y modernizar”, ideas convertidas en la máxima de los reformistas turcos, ignorando a aquellos que reivindicaran otras identidades que no fueran la turca y la islámica. Además, Gokalp alimentaba el resentimiento de los turcos a partir de la crítica al relativo predominio económico de ciertas minorías cristianas y judías.

Localización de las lenguas túrquicas.

Desde sus análisis culturales, Gokalp proponía, como continuación a la revolución política, una “revolución social” en la línea del nacionalismo turco. Con su “programa de renovación” planteó el desarrollo de una civilización turca verdadera, en la que las minorías no tenían cabida. El objetivo era transformar una sociedad multiétnica –que salvaguardaba algunos derechos para las minorías, como participar en actividades económicas-, en otra en la que los turcos monopolizaran los derechos. 

Estos cambios eran justificados por Gokalp con su idea de nación, que, evidentemente, no era acorde a las ideas de otomanismo -fusión de todos los individuos del Imperio Otomano (griegos, judíos, armenios, kurdos)-, pero tampoco a las de islamismo -que afectaba totalidad de los musulmanes-.
Z. Gokalp (1876-1924)

Bibliografía (para más información):
  • Akçam, T., The young Turks' crime against humanity: the Armenian genocide and ethnic cleansing in the Ottoman Empire, Princeton, Princeton University Press, 2012.
  • Boulgourdjian, N., Genocidio armenio, Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2009.
  • Cabo Ramón, I. de, TurquíaGrecia y Chipre: Historia del Mediterráneo oriental, Barcelona, Publicaciones y ediciones de la Universidad de Barcelona, 2005.
  • Ohanian, P. C., La Cuestión Armenia y las Relaciones Internacionales. Tomo II (1897-1914), Buenos Aires, Ed. La cuchara de hierro, 1982.

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