Un soñador para un pueblo

Hace un par de años que leí esta obra de teatro escrita por el genial Buero Vallejo, pero ya entonces comprendí que no había perdido vigencia ni la trama, ni su forma de escribirla, y que muchas situaciones de descontento popular se podían aplicar a nuestra época. Hoy en día, también me ayuda a comprender lo que hago, estudiar los hechos históricos con la finalidad de hacer una comparación con el presente y ayudar (o al menos prevenir) a evitar cometer los mismos errores que se hicieron en un tiempo pasado.
Les recomiendo encarecidamente que lean la obra, es breve, amena y dice mucho en pocas palabras. En realidad, merece mucho la pena.
Sin embargo, para aquellos que no estén dispuestos a hacerlos o que no les importe un gran spoiler, les dejo un pequeño resumen.




La obra narra el motín que se produjo contra el Marqués de Esquilache, don Leopoldo de Gregorio, en 1776, tanto desde el plano social y político, con las escenas del populacho, como desde el plano privado, centrado en la relación del ministro con la joven Fernandita.

Todo comienza el 9 de marzo con la presentación del ciego, un anciano vendedor de revistas fundamental para la cronología. Al mismo tiempo aparecen los personajes femeninos populares: Claudia, doña María y Fernandita, la protagonista, una joven huérfana al servicio de la marquesa y los masculinos, como Bernardo “el Calesero”, un hombre casado encaprichado con Fernandita, y sus dos compadres, Morón y Relaño. Los tres juntos, debido a su odio hacia el Marqués de Esquilache, traman en su contra. En ese momento, el Marqués de la Ensenada entra en casa de Esquilache, bajo la atenta mirada de Crisanto y Roque, dos alguaciles, y allí ambos conversan sobre los temas del gobierno. Así, Ensenada, quien había ocupado anteriormente el puesto de Esquilache, lleno de resentimiento y despecho, advierte al otro marqués de la ingratitud del pueblo, pero éste se mantiene firme en sus ideales e ilusiones por mejorar la vida de la población.

Después de esta visita, la marquesa, Pastora Paternó, acude al despacho de su marido, donde discuten sobre las posiciones de privilegio en las que sus hijos están colocados. Esquilache, enojado por las acciones de su mujer para favorecerles, aguanta los ataques de la marquesa, que lo acusa de tener numerosos gastos para ganar confianzas debido a su temor hacia los nobles, el pueblo y la Iglesia.
Fruto de la casualidad, en ese momento aparece Fernandita, que durante una conversación con el ministro consigue llamar su atención al aplaudir las medidas que parecían no gustar a nadie, ya que sus padres habían muerto por la falta de aquellas mejoras.

Al día siguiente (10 de marzo), la lectura de un bando en la calle produce las primeras agitaciones, entre ellas la de Bernardo, que, con el apoyo de Relaño, propone protestar por la reforma antes de encontrarse con Fernandita, que lo rechaza por estar casado.

El día 11, Campos, el secretario privado de Esquilache, comenta con éste los resultados del bando y se produce la visita del Duque de Villasanta, un noble conservador y tradicionalista contrario a las ideas de Esquilache, que solicita la reposición de un protegido suyo. Ante la negativa tajante del ministro, se enzarzan en un debate sobre el país, dejando patentes sus posturas totalmente opuestas. Entretanto, la muchedumbre en la calle habla de la revuelta que se avecina, avisando del levantamiento de 3000 españoles si Esquilache no retira la orden de capas y sombreros.
Más tarde, Esquilache y su esposa tienen una nueva conversación acerca de sus hijos en la que el marqués le hace anuncia su decisión de pedir la revocación de sus títulos al rey y también el divorcio, por lo que la marquesa cree que hay una relación entre él y Fernandita, que había sido llamada por Esquilache en muchas ocasiones durante aquellos días.
Ese mismo día, cuando se comenzaba a poner en práctica la orden de capas y sombreros, Esquilache visita al rey, quien lo tiene en alta estima, en el palacio de El Pardo para realizar las peticiones que tenía en mente. Juntos, sospechan de la participación de algunos nobles en las revueltas.

Algunos días más tarde, el 22 de marzo, Campos relata a Esquilache como Fernandita salió en defensa del marqués ante un grupo de gente opuesta a aquél, hasta que llega Ensenada, que había estado en Andalucía, y le habla a Esquilache de la conspiración que se está preparando contra él. Más tarde, cuando Fernandita va hasta el ministro para explicarle el peligro que corre, éste le revela sus sentimientos hacia ella y se prepara para reunirse con algunos amigos italianos, aunque los embozados ya estaban preparados para el asalto de su mansión bajo la mirada de Claudia y doña María.
A la vuelta, Esquilache y Campos son informados de la muerte de Julián, el mozo de mulas, por Fernandita y doña Emilia. Entonces Fernandita y el marqués huyen juntos burlando a los embozados, pero doña María reconoce al ministro y los alerta.

El día siguiente al asalto de la mansión, Claudia acompaña a los rebelados, quienes van a liberar presos de la cárcel en la que se encuentra apresado Pedro, su marido, y Esquilache, Fernandita y Campos llegan al Palacio Real, donde el rey les da su apoyo.

Sin embargo, un día más tarde, llegan al palacio noticias de nuevos altercados y muertes y el pueblo se ha congregado en la plaza. Esquilache, con la única compañía de Fernandita, pues Campos le ha abandonado tras una discusión, sigue desde su estancia los sucesos de la plaza mientras se reúne sin él el Consejo Real. Cuando éste concluye, el rey acude al ministro para acabar con la situación, dejando la situación en sus manos. Como decisión final, Esquilache responde con convencimiento que se deben aceptar las peticiones de los rebeldes para evitar una guerra civil, y él mismo tiene que acatar la petición del pueblo, el destierro, que conlleva aceptar también separarse de Fernandita.

Durante la despedida, el rey entrega a Esquilache un papel que debe dar a Ensenada y cuando el marqués llega y lo abre, descubren que se trata del destierro a Medina del Campo, debido a que Ensenada había promovido el alzamiento.
Habiendo decidido Esquilache su partida junto a la marquesa, Fernandita rechaza finalmente a Bernardo, eligiendo ella misma su futuro, igual que lo había hecho el marqués.




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