Los antecedentes del genocidio armenio (parte I): el reformismo de los Jóvenes Turcos


El origen del pueblo armenio se sitúa en tiempos muy remotos: los historiadores lo relacionan con las sociedades que ocuparon las proximidades de los lagos Van y Urmiá alrededor de los s. X y VII a. C. Los armenios, en su estratégica posición intermedia entre Europa y Asia, adquirieron cierta relevancia política en el periodo medieval al establecerse el reino armenio de Cilicia, clave en el fenómeno cruzado. En el siglo XVI, no obstante, Armenia quedó dividida en dos: la parte oriental, conquistada por el Imperio persa safávida, y la occidental, controlada por el Imperio otomano. Comenzaba así una fractura que habría de persistir durante siglos y que dejaría una huella imborrable en la mentalidad colectiva armenia.

En el siglo XX, aproximadamente entre 1915 y 1923, el Imperio otomano llevó a cabo una serie de políticas de exterminio que afectó a diversos pueblos que vivían en sus territorios, especialmente a los armenios. Es considerado como el primer genocidio moderno, aunque que en la actualidad sigue sin ser reconocido por algunos países, entre ellos, precisamente Turquía. De hecho, a menudo se alude al genocidio armenio como un ejemplo que alentó a Hitler a promover el Holocausto, atribuyéndole la frase "¿Quién habla hoy aún del exterminio de los armenios?" para hacer referencia a que tales actos caían en el olvido y no importaban a la opinión pública. Con el Holocausto no fue así y su popularidad es indiscutida, pero, ¿podemos decir lo mismo del genocidio armenio? Si hiciéramos un sondeo a pie de calle, ¿cuántas personas afirmarían conocerlo?

En las siguientes entradas nos proponemos arrojar algo de luz a este tema, ignoto para muchos. Para ello nos centraremos en explicar sus antecedentes, es decir, qué procesos y acontecimientos llevaron a estas masacres que, como veremos, no solo afectaron a los armenios, sino también a otros pueblos como griegos y asirios.

Arriba: el gobernador otomano Haydar Pasha con sus soldados. Abajo: armenios antes de ser ejecutados. Abril, 1915 / Foto: Museo-Instituto del Genocidio Armenio.


Comenzaremos abordando la situación política del Imperio otomano a finales del siglo XIX, poniendo especial énfasis en el movimiento reformista más importante que afectó a la misma, el de los "Jóvenes Turcos". Con este término nos referimos a un grupo de oposición al sultán Abdulhamid II entre 1902 y 1908. En esta última fecha, los Jóvenes Turcos liderarían una revolución que los conduciría al poder otomano hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Aunque sus actividades políticas tuvieron lugar ya en el siglo XX, el origen de este movimiento puede situarse en 1889 con el surgimiento de una oposición intelectual al sultán. El principal objetivo político de este movimiento hasta 1908 era derrocar al sultán y constituir un régimen parlamentario, pese a que menospreciaban la institución parlamentaria. Entre 1889 y 1902 las acciones de los Jóvenes Turcos se basaron en intentos golpistas y debates políticos. 

Prens (Prince) Sabahaddin, un sobrino del sultán que se había adherido al grupo de los Jóvenes Turcos organizó el Primer Congreso de Partidos de Oposición Otomanos, que reuniría en el París de 1902 a distintas ramas del movimiento vinculadas al CUP y a organizaciones de grupos étnicos otomanos. El CUP o Comité de Unión y Progreso fue, primeramente, un nombre genérico para referirse a diferentes grupos de oposición clandestinos, aunque en 1906 se convertiría en una organización política concreta y oficial.

Los principales protagonistas de este movimiento fueron individuos pertenecientes a las élites intelectuales, militares y burocráticas del Imperio otomano, por lo que sus ideas y propuestas distaban mucho del pensamiento de los ciudadanos ordinarios. Así, los Jóvenes Turcos no configuraron un movimiento popular, sino que sus ideas sólo penetraron en su élite.


La llegada al poder
Los Jóvenes Turcos encabezaron en julio de 1908 una revolución con doble propósito: promover una doctrina otomanista con la unión de cristianos y musulmanes y presionar al sultán para que aceptara la Constitución suspendida de 1876. El estallido de la revolución provocó la rápida capitulación del sultán, quien se vio obligado a restaurar dicha Constitución, así como a abolir la censura y a liberar a los presos políticos, abriendo así la puerta a reformas que prevendrían el regreso de la autocracia. Sin embargo, las disposiciones de Abdulhamid II para complacer a los revolucionarios no evitaron su deposición tras la insurrección contrarrevolucionaria de la primavera de 1909, en la que se sospechó que el sultán había tomado parte. De esta manera, Abdulhamid fue sustituido por su hermano, quien, bajo el nombre de Mehmed V, carecería durante su reinado de un poder realmente sólido, ya que quienes realmente dirigían la política eran los Jóvenes Turcos.

Panfleto de la revolución de los Jóvenes Turcos: "Viva la patria, viva la nación, viva la libertad".

Imagen griega celebrando la promesa de igualdad y hermandad entre los súbditos otomanos con la nueva constitución.

La Revolución de 1908 destruyó el régimen de Abdülhamid II y marcó un punto de inflexión con sus novedosas instituciones y políticas, imponiendo el CUP como el nuevo centro de poder otomano. Así se creaba una nueva élite y se sentaban las bases para el establecimiento de la República de Turquía en 1923. El CUP desarrolló reformas inspiradas en el modelo político occidental europeo, igual a las desarrolladas por algunos partidos balcánicos. Estas medidas aunaban elementos de modernización –lo que se tradujo en críticas desde los sectores islámicos ortodoxos- y nacionalismo. Se renovó la educación y la jurisprudencia, frecuentemente con ayuda de asesores extranjeros.
Asimismo, su política inicial aparentemente conllevaba una mejora de la situación de las minorías cristianas, a las que se reconocían algunos derechos como el alistamiento en el ejército.

Declaración de la revolución por los líderes de los millets.

Repercusión y contestación al movimiento
En cuanto al exterior, la Revolución Turca tuvo importante repercusión en Oriente Medio y en los Balcanes, surgiendo en algunos países, como Grecia, comités que tenían al CUP como modelo o incentivas populares para que desde determinadas instituciones se siguiera el camino revolucionario.
Los cambios de poder causados por la Revolución de 1908 afectaron especialmente a las organizaciones de oposición política de grupos étnicos: el Dashnaktsutiun pasó de ser ilegal a representar a la comunidad armenia como partido político, surgió un grupo que reclamaba la unidad y la autonomía de los albanos y la Organización Interna Revolucionaria de Macedonia comenzó a participar en la política otomana. Todos estos grupos se habían unido en un movimiento de oposición mayor liderado por los Jóvenes Turcos.

Sin embargo, en algunas zonas, como los Balcanes, surgieron elementos de contestación a la Revolución. Bulgaria proclamó su independencia en octubre de 1908 como respuesta a la revolución y Austria-Hungría se anexionó Bosnia. En abril de 1909 algunos militares y líderes religiosos proyectaron un golpe de Estado para restituir el poder de Abdulhamid II –contrarrevolución a la que ya nos hemos referido anteriormente- pero su fracaso condujo a la deposición del sultán. En este año también se produjeron levantamientos nacionalistas en Cilicia (armenios), Kurdistán o Siria fuertemente reprimidos. Las masacres, promovidas por grupos opuestos a la igualdad de musulmanes y cristianos, comenzaron en la ciudad de Adana, pero luego se extendieron. Estos actos evidenciaron cómo la idea de otomanismo comenzó a perder fuerza así frente a la del nacionalismo turco.

La evolución al autoritarismo y al turquismo
El CUP terminaría adquiriendo un carácter autoritario, ya que el constitucionalismo de los Jóvenes Turcos se definió no por sus deseos de establecer un sistema político constitucional, sino porque consideraban que la existencia de una constitución solucionaría los problemas del Imperio. Al tiempo que se presentaban como salvadores del Imperio, fueron inclinándose hacia teorías autoritarias basadas en el positivismo –muchos Jóvenes Turcos adoptaron como máxima el aforismo de Comte “orden y progreso”-, el socialdarwinismo, el materialismo biológico y el elitismo. A partir de todas estas corrientes, los Jóvenes Turcos adoptaron y desarrollaron ideas que defendían la existencia de una élite culta y la desigualdad de ciudadanos. Incluso algunos autores han destacado la presencia de estas tendencias en 1908, como Fusi, quien, respecto al carácter de la Revolución de 1908, subraya:
La revolución de 1908 [...] fue, en realidad, una revolución nacional turca que derivó enseguida hacia soluciones nacionalistas y autoritarias. Las diferencias entre el nacionalismo de los militares turcos y las aspiraciones de las nacionalidades no turcas se hicieron, así, evidentes desde el mismo momento de la reunión del parlamento, en diciembre de 1908" (J. P. Fusi).
Los fracasos en los Balcanes y la pérdida de territorios otomanos en suelo europeo expandieron entre la población el miedo al derrumbamiento del Imperio. Los turcos consideraban que ante dichas pérdidas debían mantener Anatolia a cualquier precio: “Turquía para los turcos”. Tanto las pérdidas territoriales como la dictadura impuesta por los Jóvenes Turcos son factores fundamentales para explicar el auge del nacionalismo. Así, el principio igualitario del "otomanismo", por el que las minorías eran toleradas con sus identidades particulares, fue suplantado a partir de 1909 por la ideología del "turquismo", que justificaba la violencia para transformar el imperio heterogéneo en un Estado turco homogéneo sobre el concepto de “un pueblo, una nación”. El CUP, que poseía el control total de la política, pronto aplicó medidas basadas en el centralismo y la supremacía turca, desapareciendo así la influencia temporal de las minorías. Además, con el objetivo de fomentar estas doctrinas, también se impuso una nueva política educativa que difundiera el nacionalismo entre los jóvenes. El turquismo y el laicismo impuestos por el CUP habían provocado el descontento de los grupos árabes del imperio, colectivo que ya se manifestaba en crisis moral por el avance colonial europeo.


Hacia el fin del imperio
Por otra parte, en enero de 1913, la fracción ultranacionalista de los Jóvenes Turcos tomó el poder con el golpe de Estado, implantando un régimen militar. Hasta 1918 el gobierno estuvo en manos de un triunvirato integrado por İsmail Enver (Enver Pashá), que se impondría como ministro de Defensa, Ahmed Djemal (Djemal Pashá), ministro de Marina, y Mehmed Talat (Talat Pashá), ministro de Interior.

Una facción de los Jóvenes Turcos impulsó la participación del Imperio en la Gran Guerra, conduciendo a su desmembración definitiva. Los turcos quedaron limitados a la península de Anatolia, la cual quedó sometida desde estos momentos a la ocupación militar de los vencedores. Esta situación impulsó la aparición de un grupo de resistencia a partir de la antigua oficialidad militar y el principal núcleo de los Jóvenes Turcos. Mustafá Kemal, un prestigioso general de brigada, comenzó a ganar importancia en el ámbito político desde el final de la guerra y en 1922 organizó un ejército que logró expulsar a los británicos y griegos. Kemal, quien anteriormente se había opuesto a Enver y no se había implicado en los crímenes del gobierno, sería el fundador y primer presidente de la modena República de Turquía, recibiendo por ello el sobrenombre de Atatürk o “padre de los turcos”. 
Disgregación del Imperio otomano desde el siglo XIX.
Atatürk en 1923.

Bibliografía (para más información):
  • Boulgourdjian, N., Genocidio armenio, Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2009.
  • Elorza, A., "Armenia: el primer genocidio del siglo XX", El País (25/03/2015). Disponible en: https://elpais.com/elpais/2015/03/06/opinion/1425671203_047091.html.
  • Fusi, J. P. La patria lejana, Taurus [eBook], 2010.
  • Hanioğlu, M. Ş., Preparation for a revolution. The Young Turks, 1902-1908, Oxford, Oxford University Press, 2011.
  • Kayalı, H., Arabs and Young Turks: Ottomanism, Arabism, and Islamism in the Ottoman Empire, 1908-1918, Berkeley, University California Press, 1997.
  • Veiga, F., El Turco: Diez Siglos a Las Puertas de Europa, Barcelona, Debate, 2006.

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