Humanismo y herejía. La influencia de Erasmo en la Monarquía Hispánica


Erasmo de Rotterdam
Erasmo de Rotterdam (1466-1536) es considerado el máximo exponente de la obra flamenca en la Monarquía Hispánica en la época de Carlos V. Desde entonces sería admirado no solo como humanista, sino también como renovador de la vida religiosa. Reivindicaba en este sentido la superioridad del cristianismo interior y preeminencia de la oración mental, deseando despojar la religión de aspectos meramente formalistas. Años antes de la obra de Lutero, las ideas religiosas de Erasmo acabaron llamando la atención de las élites. Erasmo parecía buscar un compromiso entre los luteranos y el papa, pero acabaría convirtiéndose en enemigo de ambos bandos: Roma incluyó sus obras en el indice de libros prohibidos, al tiempo que los luteranos lo censuraron por considerarlo papista. 

El erasmismo en la Monarquía Hispánica
El éxito de Erasmo en la península ibérica fue evidente, en parte propiciado por la corte, sobre todo en el marco de las ciudades de Valladolid, Alcalá, Toledo y Sevilla, con prolongaciones hacia Portugal, como observara el prestigioso hispanista M. Bataillon. En este sentido, su pensamiento es de gran relevancia para el estudio de la historia intelectual e ideológica de la Monarquía Hispánica. Frente a una Iglesia formalista, proponía una revisión conforme a la espiritualidad del Evangelio. Además, otro de los rasgos principales del pensamiento de Erasmo era el antimilitarismo, pues la guerra la parecía algo bárbaro que desterrar. Esta posición, sin embargo, no coincidía con la política del emperador contra el turco, ya que, si bien Erasmo consideraba a los turcos unos tiranos, la idea de cruzada le generaba rechazo: la solución no era matar a los "infieles", sino convertirlos.

Una de las primeras figuras en dar a conocer la obra de Erasmo en la Monarquía fue Alonso Fernández de Madrid, el arcediano del Alcor. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este declaró que quería adaptar el texto al público receptor, por lo que la traducción no era un traslado literal de las palabras del pensador, sino más bien una versión de su texto. Sus ideas marcarían la trayectoria de autores como Alfonso de Valdés, que incluía en sus obras una feroz crítica a la Iglesia del momento. Pese a la importancia de su influencia, M. Bataillon reconoció que las inquietudes intelectuales que reforzó el pensamiento erasmista ya existían con anterioridad, posición que también sostiene J. Pérez.

Hasta 1532 se siguieron traduciendo al castellano obras de Erasmo, sobre todo los famosos Coloquios. A partir de esa fecha, la influencia de Erasmo fue disminuyendo, lo que demostraría, a ojos de J. Pérez, que se trató fundamentalmente de un movimiento elitista que algunos intentaron transformar en doctrina oficial. Esta pérdida de potencia del erasmismo también quedaría de manifiesto después en la famosa Controversia de Valladolid, sobre los derechos de conquista del Nuevo Mundo, que enfrentó a Juan Ginés de Sepúlveda y fray Bartolomé de las Casas. Este debate fue protagonizado fundamentalmente por dominicos y franciscanos, que fueron quienes defendieron con más ahínco censuraron la guerra en el continente americano, mientras que los erasmistas no intervinieron en la diatriba.

El erasmismo y la herejía de los alumbrados o iluminados
En forma de secta mística, alrededor de 1511 surgió un grupo conocido como los "alumbrados", que se ha relacionado con el luteranismo, debido a sus similitudes. Aunque en sus orígenes se ha visto una desviación de la espiritualidad franciscana, liberada de la disciplina monástica, este "iluminismo" ha llegado a ser considerado la gran herejía hispánica del siglo XVI. Parece que encontraron un eco relativamente amplio en la sociedad castellana, pero tardaron en llamar la atención de la Inquisición. Es en 1525 cuando se condenan algunas de sus proposiciones en el Edicto de Toledo, dado por el inquisidor general Alonso Manrique, erasmista. Este movimiento espiritual manifestaba un sustrato común a otros similares, como el rechazo del escolasticismo, la preferencia de lectura directa de la Biblia o la practica de oración mental frente a la vocal. Dado que algunos de estos alumbrados se proclamaron erasmistas, desde las autoridades se combatió el erasmismo bajo pretexto de perseguir la herejía. Por ejemplo, según sostiene J. Pérez, parece que Pedro Ruiz de Alcaraz o Juan de Valdés usaron el erasmismo para enmascarar su iluminismo, lo que obligaría a replantear el erasmismo español, pues no habrían sido los únicos en proclamarse seguidores del pensador de Rotterdam sin serlo. 

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